Éramos viajeros de la noche.
Pasando por arriba
de casas, zigzagueando entre edificios y tejados…
Se sentía como si
estuviésemos nadando a través de la oscuridad.
Su presencia era… Fantasmagórica.
Su presencia era… Fantasmagórica.
¿Pero qué era yo?
¿Qué éramos realmente? No estaba muy seguro.
Pero al mismo tiempo había algo en mí que me hacía no querer saberlo. Continuamos recorriendo la ciudad, hasta que decidimos volver al suelo por un rato.
Pero al mismo tiempo había algo en mí que me hacía no querer saberlo. Continuamos recorriendo la ciudad, hasta que decidimos volver al suelo por un rato.
La ciudad nocturna a esa hora era pacífica. Las calles estaban casi desiertas. Entre largos intervalos,
apenas pasaban algunos autos.
Caminábamos
en el silencio de la madrugada.
Pero repentinamente, se alarmó. Mientras yo observaba a mi alrededor, confundido, ella ya se había percatado de que algo se aproximaba.
Pero repentinamente, se alarmó. Mientras yo observaba a mi alrededor, confundido, ella ya se había percatado de que algo se aproximaba.
Y no estaba equivocada. Parecía una enorme sombra, incorpórea, de figura monstruosa. Se extendía, y se acercaba cada vez más hacia nosotros.
Pero ella se
plantó delante de mí con rapidez. Miró
fijamente a la misteriosa entidad que, de forma inexplicable, y al cabo de
algunos segundos, empezó a retroceder hasta desaparecer por completo.
Quedé en silencio, atónito ante la situación.
Quedé en silencio, atónito ante la situación.
-No nos volverá a
molestar –me dijo, con seguridad.
Me calmé
momentáneamente, pero aún me sentía preocupado. Antes de poder hacerle cualquier pregunta, nuevamente me habló:
-Volvamos arriba.
-¿...No es muy tarde...?
-Nunca. Al menos para nosotros.
