Su mirada.
Había algo extrañamente particular en esos ojos.
A veces conseguía sacarle alguna conversación. Y lo hacía solamente para escuchar su voz hablándome.
Respondiéndome en detalle, o generando algunos de esos pequeños monólogos en donde se desenvolvía dentro de interminables relatos.
Con sólo mirarla, era suficiente para querer retratar esas expresiones durante toda una eternidad.
Respondiéndome en detalle, o generando algunos de esos pequeños monólogos en donde se desenvolvía dentro de interminables relatos.
Con sólo mirarla, era suficiente para querer retratar esas expresiones durante toda una eternidad.
En momentos el lugar parecía ser un bosque. En otros, una especie de
campamento. Pero siempre nos encontrábamos caminando. Atravesando los árboles. Llegando a cabañas por las que vagábamos unos minutos para luego
volver a salir.
Y sin saberlo, por alguna razón, el tiempo se nos terminaba. Algo nos iba
a impedir seguir pasando ese rato.
-No tendrías que estar hablando solamente conmigo –me
dijo- Hay otras personas acá.
Bajó la mirada. La observé por unos segundos antes de contestar.
-Quizás solo quiera hablar con una persona ahora mismo.
-¿Por qué?
Quedé en silencio. Era algo difícil responderle con honestidad. Sí, apreciaba y admiraba constantemente su belleza, pero en el fondo sabía que no debía quedarme atrapado bajo una idealización.
Y sabía que no podía irme sin decírselo.
Bajé la mirada, pensé por un segundo... Y hablé.
-Porque todavía quiero conocerte.
